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Un grito silencioso estalla entre tus oquedades y reproduce tu rostro
compuesto de una multitud de refrescantes tinieblas
te revuelves
entre la intriga de seguir hundida
y la de seguir echada entre los goces profundos de tu piel
desde la flacidez rabiosa de los náufragos, que amenaza con destruirte
sé que tus efusiones voluptuosas te ponen alerta y te elevan
de forma totalmente imprevista
lentamente te incorporas reptando a lo largo del silencio
sientes que algún neurotransmisor todavía te recorre el cuerpo
y no es aburrimiento ni síndrome de abstinencia de un ídolo en deshielo
dulcemente soñado en sueños que todavía no sueñas…
tampoco es el ovillo de un hedonismo primario revoloteándote
ni la idealización convulsa de un bufón extravagante
ni la previsión social (que te permite sobrevivir al insomnio)
ni el anarquismo, ni la democracia izquierda-derecha
ni el internacionalismo turístico
ni la boludez de tu amigo el Javi devoto de los denarios
es Alhamí o Arle merecidamente apreciados
y la sola esperanza te hace llorar de dicha y no te das cuenta
prodigiosamente animada das unos pasos
te acercas de escaramuza en escaramuza a la cómoda, y sacas tus premoniciones
arrebatadas luminiscencias que te transmiten horror y ganas de llorar
te amontonas con frases y oraciones junto al baúl de tus vocaciones
de pronto levogirás ciento ochenta grados hacia el tocador
con tus ojos clarividentes embriagados de hipótesis / sientes el tic tac
del deseo, sientes dentro el compás sigiloso / mendigante
con un acento especulativo de nula convicción
estás en un piso de la urbe bonaerense o madrileña (o es lo que te imaginas)
pero como quiera que sea tu aturdimiento, te auto intuís
en las atonales y austeras calles de Managua ferozmente cálidas
una extraña sensación se suscita, al no estar tumbada buscando la divinidad
estás descalza, semidesnuda, el espejo te mira de frente, pero lo ignoras
en la gaveta de tu mesita de luz buscas tu diario pormenorizado
y cedes a la tentación de cerciorarte de que anoche alucinaste
pero la verdad es que no puedes tener esa certeza en progreso
ya que lo cierto es que no tienes diario ni ninguna mesita de luz
qué fastidio hacer recuento entre el enjambre de sueños que te atizan,
mecánicamente caminas por pausas de un lado a otro de la pieza
haciendo libres e indisolubles asociaciones secretas, tratando de explicarte
que se hicieron tus antiguas ternuras olvidadas en silenciosos ecos…
pero obvio...
simplemente estás frente al espejo, presa de tus especulaciones
en tus tímpanos aún levitan oficiosas memorias fantásticas de lo que resuena
como fuego de trompeta o clarín visionario de tus cuartetas
los recuerdos están tan frescos que lucen paralizados
parte, es parte de tu amotinamiento
estabas en la turbulenta oscuridad con Natasha, ¿te acuerdas?
giraba en el tornamesa un London 4 phases con música de Mozart
recuerdas únicamente por los acordes
como una criatura que hiberna / así es
cuando vivís en sombras tu heroica resistencia
así es como la oscuridad te cimbra con sus palizadas de penumbra
tiránica y peregrina manera de edificarte
con un compás lento, muy lento
casi dulce, en un pulsar audaz de tu capricho
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