lunes, septiembre 04, 2006

El ángel exterminador I Parte

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El ángel exterminador

I parte


En las serranías de Cantabria del septentrión hay una chica montañés sin ideario político ideológico definido, residente de la cuenca de Santander. Aparecida en el mundo virtual blogger donde es conocida como Natinat o Naty, cuya divinidad genérica genera energía de atractividad electro reactiva de cuerdas, es innegable que, desde su nihilismo positivo-negativo fractal, abre las puertas de la nada al todo y se desconstruye y reconstruye, pieza por pieza, locus por locus. Desde distintos puntos de restauración parte rauda transportándose a mundos paralelos, universos de universos y extrae de ellos el summun...

Vivimos tiempos de transición. Rebelión y Revelación se perfilan como dos categorías de nuestro tiempo. La era de Neschamah ha dado inicio con grandes conmociones. Tiempo de transición y de crisis en el que, el ser humano se ve escindido, navegando aguas oscuras embravecidas, se ve extraviado al internarse en un laberinto de vericuetos conceptuales, va dejando atrás el punto de partida, y el origen perdido en la distancia mitológica de los tiempos, deja ya de ser punto de referencia para su restauración. Natinat es malkhut, divinidad aterrizada, mineral, orgánica, tallada en carne y hueso que se rebela eterno femenino, reina y reino revelado, es el ángel exterminador de su contemporaneidad. Profetiza laica sin religión, atea que encuentra a dios, un dios holístico ensamblado en el universo y traspolado integro a su interior. Desde su tálamo caído en sombras se rebela contra los imperativos duales, ambivalentes que pretenden erigirse categóricos, haciendo uso de una amplia gama de recursos logísticos trillados y criterios sustentados en premisas anfibias. Batalla y se revuelve con serena furia analítica contra los subterfugios del lenguaje, con su propia palabra convertida en espada flamígera para quemar los velos de la doble moral, del sofisma y la farsa. Sin asomo de temor se revela en la imponente soledad de su esencia, de su pensamiento y de su vida, sin asustarse, si sus compañeros de ruta le abandonan y sin anclarse en puntos de referencia acomodados a conveniencia por los magos de la hipocresía.

Ella es consciente de su poder de seducción cifrado en piel y apariencia y, lo desdeña como desdeña dogma y suposición relativista de certidumbre. Cree en la verdad absoluta como realidad innegable como igual cree en las verdades relativas transitorias y limitadas. Y cree en esto porque puede probarlo fehacientemente a filo de pensamientos cabales desde lo más recóndito de lo absurdo. Ella es sombra solitaria en el desierto de cenizas de una civilización que llega a su fin, sin esperanzas, que ha perdido la pasión del encuentro al desnudo, de experimentar con el propio ser, de descubrir otras realidades, de mirarse a los ojos, de mostrar el rostro tal cual y sin avergonzamientos de sus propios sueños. Una humanidad que corre desaforada hacia el abismo profundo de un mar oscuro, en pos de una ideología y de un ídolo o seudo “lider” sin entrever aún en su irreflexivo y nervioso atisbo la tierra firme para anclar sus naves.



Tiempo de espacios curvos, móviles, que giran en disposición helicoidal de ciclos evolutivos sucesivos y de horizontes oceánicos que se alejan cada vez que tratamos de alcanzarlos; de cataclismos políticos y ocasos ideológicos que parecieran envolver toda ilusión con el espeso velo de una conciencia crepuscular de la que están exiliados, la esperanza y los amaneceres

Y no hablo de fantasmas del pasado, de “tiempones” , criptas del conocimiento embalsamado en sarcófagos de cadáveres eternos ni de nostalgias de muros en buena hora derribados, ni de sistemas y bloques que usurparon la buena fe y la esperanza, sino de la utopía confiscada por los falsos profetas en nombre de la sociedad sin clases, de la comunidad igualitaria, sin estratos; y de la ilusión congelada por los burócratas, mediocres, timoratos derrotistas y sumisos satisfechos, del totalitarismo materialista por un lado y del neoliberalismo inhumano e imperialista, forjado en el capitalismo salvaje, por otro.

Las dos caras de una misma moneda de una misma ciencia para el bien y para el mal (que cambia de una a otra, según el lente y la posición desde la que se mire) de una ciencia estructurada en un andamio de hipocresía, de doble moral, de un cuerpo de leyes amañadas que nos atrapa de nuevo en una nueva contradicción. Ambas atentan contra la libertad y nos cercenan el escaso libre albedrío y la capacidad de la propia orientación dejándonos al garete, vacías de iniciativas: la una desde el Estado y el Partido, y la otra desde los caprichos del mercado globalizado.

La verdadera contradicción no es entre el bien y el mal, esa contradicción es solo aparente y meramente antojadiza, la contradicción real se da entre la libertad y el sometimiento, entre al arte de amar y la ciencia del bien y del mal, entre el Ego y la Esencia de la conciencia. Es la contradicción que el amor de Natinat descubre, Nietzsche nos recuerda en el “El Origen de la Tragedia”, cuando al hablar de los griegos estaba pensando en Europa. Así nosotras, al hablar del amado Nietzsche lo hacemos pensando en nuestro tiempo.

Continuara…

Natinat






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