viernes, mayo 11, 2007

El octavo mandamiento: "No dirás falso testimonio ni mentirás"

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A propósito del Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal

el Señor dijo a quien le abofeteo: "Si hablé mal, muéstrame en qué, y si bien ¿por qué me pegas?" (Juan 18,23).

En breve estaré escribiendo un ensayo tratando de desarrollar una ponencia teórica, explicativa, sobre lo que representa como símbolo el famoso árbol prohibido plantado en el centro del jardín del Edén, es decir todo el significado que encierra alegóricamente el mito del Árbol de la Ciencia del Bien y del Mal.

Como anticipo aquí les dejo esta recopilación de algo muy relacionado con este símbolo de profundas implicaciones en la vida humana. La finalidad de este post es pues por su relación con el árbol de la ciencia del bien y del mal, así como para llamar la atención sobre los difamadores que pululan por la red, sobre todo por un documento que circula a nivel de correos electrónicos (qué dizque da testimonio de mí), elaborado por una persona cuyo nombre me reservo, que dice y pregona ser muy católica, pero que parece olvidar el Octavo mandamiento, así como el único mandamiento instituido por el Maestro Yahshúa… …”amaos los unos a los otros, como yo os he amado”.

Octavo mandamiento: No dirás falso testimonio contra tu prójimo ni mentirás

Cuenta el Evangelio que, en el juicio de Yahshúa ante el Sanedrín, los judíos presentaron testigos falsos que le acusaban de muchas cosas para condenarle. Ante aquellos testimonios falsos y contradictorios, Yahshúa permanecía en silencio. Sólo habló cuando el Sumo Sacerdote le preguntó: "¿Eres tú el Mesías, el Hijo de Dios?" (Marcos 14,61). Y confesó la verdad, aunque por decir la verdad sufrió tantos ultrajes y la muerte.

El octavo mandamiento: "No dirás falso testimonio en contra de tu prójimo ni mentirás" es muy necesario, sobre todo cuando las relaciones entre los hombres están enturbiadas por tanta mentira, calumnias difamaciones y falsos testimonios. A todo esto hemos de oponer el amor a la verdad.

1. Jesús enseña a decir la verdad
Yahshúa nos enseña con su ejemplo a decir la verdad, aunque esto le costara muchos sufrimientos y la muerte. La verdad, dice Santo Tomás, es algo divino: hay que respetarla y amarla. A veces, decir la verdad cuesta y exige esfuerzo; pero hay que ser valientes para decirla siempre y no mentir.
Yahshúa dijo en una ocasión: "Sea vuestro modo de hablar: sí, sí, o no, no. Lo que excede de esto, viene del Maligno" (Mateo 5,37). Es un buen lema que nos ayudará a ser sinceros y leales con Dios, con nosotros mismos y con los demás.

2. El daño de la mentira
Igual que una cerilla -una cosa tan pequeña- puede destruir un bosque, así la mentira puede destruir cosas grandes, como la amistad de un amigo o la confianza de los padres. Si se miente a los amigos o a los padres, se acaba perdiendo su amistad y su confianza. Después, aunque el mentiroso diga la verdad, ya no se le cree. Para vivir en sociedad es indispensable ser sinceros y decir la verdad. Para ello hemos de esforzarnos en la sinceridad con nosotros mismos, sin ocultarnos la verdad. Aun cuando nunca de debe mentir, en ocasiones se debe callar para guardar un secreto o para no perjudicar a otra persona.

3. Motivos por los que se miente
El movil más ruín para decir mentiras, es para engañar a otros con el fin de sacar ventajas y con ello obtener provecho (lucro). Con frecuencia se miente por ánimo de venganza, o por resentimiento que produce afán de hacer daño, por miedo o vergüenza de ser descubiertos; otras veces, para salir de un apuro o para gastar una broma. Siempre va a ser pecado mortal mentir por motivaciones mezquinas sobre todo en asuntos importantes, o sabiendo que hacemos un daño grave.
Si el bien común o particular no exige que callemos, un cristiano debe decir siempre la verdad, incluso hasta el martirio, que es supremo testimonio de la verdad de la fe.

4. El Octavo mandamiento ordena respetar la honra de los demás
La honra es un bien más importante que los bienes materiales. Todos los hombres tienen derecho a su fama; por eso no podemos robar o destruir la honra de los demás.
a) Modos de destruir la honra. Destruye la honra de los demás:
- La calumnia, que es exagerar las faltas de los demás o decir que han hecho algo malo sabiendo que no es verdad.
- La maledicencia o difamación, por difundir injustamente los defectos ocultos del prójimo.
- El falso testimonio, declarando en un juicio algo que no es verdad y perjudica al prójimo.
- El juicio temerario, que consiste en pensar mal de los demás sin justo motivo.
- Violando el secreto, que manifiesta lo que debía callar.


b) Actuación del cristiano. El que oye hablar de los demás -sea persona particular o jurídica (familia, institución, etc.)- está obligado a no prestar oídos a lo que se dice y a defender con valentía la rectitud o a disculpar, si lo que dice es verdad.

c) Obligación de restituir la honra. Dios quiere que seamos como los guardianes de la buena fama de los demás. El que destruye esta buena fama peca gravemente, si el defecto que descubre o el daño que produce es grave. El que ha dañado la buena fama del prójimo está obligado a reparar, esto es, a decir públicamente que aquello que ha dicho no es verdad o que ha exagerado. La reparación hay que hacerla -igual que cuando se roba algo material- para que se pueda perdonar el pecado.

5. Cuidar y defender nuestra buena fama
Durante el juicio ante el Sanedrín, un criado dio una bofetada a Jesús que respondía a Caifás. Y el Señor se defendió: "Si hablé mal, muéstrame en qué, y si bien ¿por qué me pegas?" (Juan 18,23). Yahshúa da ejemplo de cómo hay que defender la buena fama cuando nos atacan injustamente.

6. Podemos ayudar a los demás con la corrección fraterna
La caridad (El Amor) nos llevará a decir con nobleza, a decir las cosas a la cara, de frente, nunca de espaldas. Decir las cosas con verdad y caridad es ayudar a nuestros hermanos con la corrección fraterna. Podemos recordar lo que dijo Yahshúa: "La verdad os hará libres" (Juan 8,32).

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