Algo lúcido vino a mí, una palabra hundida en ese que, sé quien es, siguiendo el curso de la luz de mis bengalas. Como un contraataque despejando cielo de incautas ilusiones. Ilusiones que no se ajustan a la medida de un capullo en ciernes. Como el de una crisálida adormecida, que permanece latente, latiendo vida apenas.
La brisa tonta, agitadora
no toma de mi aroma su esencia
pero vuelve, vuelve una y otra vez
e intenta llevarme consigo...
Con conocimiento de causa
toma nota
asiste asiduo a la conferencia
delante del plenario dicta magistral
detallado
ajustado a los códigos ocultos
del secreto por revelarse en verdades abiertas o a medias.
Termina, merodea...
torna a recreación de encuentro consigo mismo
busca con su caminar lento atrapar aires de libertad.
Azul distante
sobre la grama descansa el cuerpo triturando recuerdos
respira aliviado, regresa
alcoba cálida
húmeda de humores reconocibles
hay un silencio que flota en la profundidad del vacío
le asalta una gigantesca locura
observa la cama vacía de ellos dos
lentamente sobre las sabanas blancas
crece un musgo circundado de flores silvestres
Escucha que se hace tarde
anochece
el cuarto permanece iluminado
de un tiempo curvo que rebasa realidad
y sobre él acomoda una diva diminuta
abstracta, invisible
que resume el núcleo de todos sus deseos.
Se posiciona. Escribo. Me concentro, me llena, trato de convencerme, me repito que no, que no es ilusión este nuevo motivo de amar la vida. Asomo con mis letras, me escucha, voy por él, pero no, él sabe que no, que mis labios en su boca no pueden mecerse ni ser, que es él sin embargo, es él quien decodifica mi rostro o palabra por la que viene a mí y nos miramos deliciosamente perfectibles...
Sólo eso.
Natinat