domingo, agosto 06, 2006

Cultura de Paz II Parte



¿Cuál es la responsabilidad nuestra ante los actuales líderes del mundo en el establecimiento de una Cultura de Paz?


¿Qué podemos hacer?

Necesitamos revelar la verdad del dios que vive en cada uno de nosotros y ayudar al Dios universal para que se reincorpore en el actuar cotidiano de la sociedad, y la única manera de lograrlo es mediante la acción de cada una de nosotras quitándole la careta a quienes están instrumentalizando a Dios, a quienes comercian con la fe, y nos venden falsas ilusiones, falsas esperanzas y falso amor. Tenemos que ir a la raíz del problema. Se han querido apropiar de nuestros valores espirituales para corromperlos y la única forma de recuperarlos es retomarlos en nuestros corazones y hacer nacer en ellos el poder del amor. Y con ese poder dedicarnos a fomentar la creación de un nuevo concepto de vida, que implica un muevo concepto de familia y una nueva visión del amor. Familias fundamentadas en valores verdaderos y las virtudes del amor verdadero porque obviamente Dios está ahí, en el núcleo de su núcleo. El Dios de todos, es el estándar de medida del amor, la vida, y los ideales verdaderos.

Dios no puede hacer nada sin nuestra cooperación. En ese sentido dios no es omnipotente como se nos ha querido hacer creer por los religiosos falsos.

Dios no puede imponernos nada. Ni quiere sujetarnos a una ley divina, mucho menos quiere vernos sujetos a una ley humana, inhumana, sino que dios sabe que hay un camino por el cual podemos ser completamente libres y estar más allá de la ley y es lo que nos ha querido enseñar, pero no lo hemos querido entender.

Ese camino no es el de la llamada "ciencia del bien y del mal", sino más bien el de la conciencia. El de sentir amor verdadero.

Entonces hay que tomar conciencia, pero la conciencia no se toma como se toma un pichel de refresco o de soda embotellada.

La conciencia se adquiere una vez que somos tocados por el amor verdadero, venga de donde venga.

La lógica del proceso del amor verdadero sólo puede ser comprendida en el contexto de las familias que pueden considerarse como tales, es decir, de verdaderas familias unidas por el amor. Para ello es necesario que haya relaciones de amor verdadero entre padre, madre, hijos, hermanos y hermanas, abuelos, y así similarmente. Quien ha vivido esta experiencia puede hablar de ello.

El propósito, la orientación y la meta del verdadero amor es conectarnos como sujetos a nuestra propia familia y a ésta con toda la humanidad, a través de valores o virtudes universalmente compartidos, pero al mismo tiempo respetando las diferencias particulares. Conectarnos es pues, abrazar a la humanidad entera como una extensión de mí mismo y de mi propia familia

Debemos enfrentar al relativismo moral estructurado sobre la ciencia del bien y del mal, con los fundamentos de las virtudes éticas del amor verdadero. Debemos presentar claras contrapropuestas a la perversión de los conceptos presentados bajo el disfraz de libre mercado y, su globalización, la falsa libertad de conciencia, y el doble estándar para los derechos humanos, la politización de la ciencia y la censura política a la libre expresión, y por supuesto que, debemos enfrentarnos los usurpadores del poder, a los falsos líderes (ateos renegados), a los inquisidores defensores de la cultura de la violencia, quienes rehúsan reconocer el resultado de sus prédicas aunque la evidencia sea tan real.

Gracias a la ciencia, digo a "la ciencia del bien y del mal" el mundo esta lleno de renegados, de la práctica de la doble moral con la que falsean la realidad y quieren hacernos creer que, el bien es mal y el mal es bien. Esto es lo que constituye el diversionismo ideológico y el relativismo moral.

La desmedida explotación de los capitales exportados por el imperialismo, con su estela de pobreza y miseria, esta sustentada en el relativismo moral. El acaparamiento del petróleo como fuente de energía primaria, para forzar su consumo irracional, dañando el medio ambiente y las economías de los países consumidores de petróleo es consecuencia del relativismo moral. La proliferación del mercado de las drogas, la guerra de carteles y la droga adicción en el mundo son el resultado de este relativismo moral. La expansión del SIDA y explosión de enfermedades sexuales es también el resultado del relativismo moral en el ámbito de la sexualidad. El 60% de las muchachas embarazadas en algunas comunidades, el 85% de los niños nacidos fuera del vínculo matrimonial en muchas comunidades del mundo, la violencia intra familiar, la violencia fuera de control en nuestras calles y nuestras escuelas --estos son también el resultado del relativismo moral. La homofobia versus la homosexualidad proselitista y las formas aberrantes de conducta sexual como la pederastería, con el agravante de una agresiva promoción en la industria del sexo y la diversión que las presentan como conductas normales y dignas para que sus practicantes se sientan orgullosos, es más de lo mismo. La enseñanza de un pervertido concepto de tolerancia, según el cual no se puede emitir un juicio moral respecto a ninguna conducta, porque sería considerado una forma de fascismo, aún si se tratara de un juicio expresado con amor, es el resultado del relativismo moral.

Al tratar de presentar conceptos éticos como criterios de moral individual y colectiva en un salón de clase o en un debate, la persona resulta etiquetada como intolerante o integrante de la derecha religiosa. Cuando en las doctrinas religiosas se habla de valores o de moralidad, se les acusa automáticamente de ultraderechismo. Debemos ser muy cautos en la manera en que combatimos la censura de los relativistas morales y de los intelectuales antirreligiosos en los EE.UU. y en Europa, y a los intelectuales que sostienen los mismos puntos de vista en cada una de sus sociedades, porque el problema es que nadie quiere ser parte de una sociedad retrógrada o que apoye un anticuado oscurantismo. La mayoría de la gente quiere ser moderna y progresista. La idea es convertirse en un espejo o cámara acústica de la “moderna cultura” de los EE.UU., Europa y Japón, que es difundida a través de la industria del entretenimiento, cuya meca está principalmente en Hollywood, así como por medio de la literatura de consumo, libros, diarios y revistas, la Internet y otras formas de presentación electrónica de los medios de comunicación.

Los intelectuales de sus países, especialmente en los medios académicos, ingenieros sociales y los medios de comunicación quieren reflejar el pensamiento y la cultura de los Estados Unidos, espectáculos estadounidenses de opinión y de cultura de "shock.” ¿Por qué? Porque ellos quieren ser modernos. No quieren ser parte del pasado. Quieren ser considerados como modernos, progresistas y "en onda".

La única manera que podemos superar esto es mediante una cultura de amor verdadero y con la ética natural del amor verdadero. Puede que ustedes se pregunten, ¿Qué es el amor verdadero? Antes que todo, dijimos en la primera parte que el amor verdadero comienza en la familia, y es así porque la familia es la escuela del amor, con el amor verdadero sentido por un niño, el amor verdadero sentido entre hermanos y hermanas, el amor verdadero sentido entre los cónyuges y que luego se transformará en el amor verdadero sentido por los padres hacia los hijos y viceversa.

Amor verdadero es dar y dar y dar y borrar la memoria de lo que se ha dado.

¿Pero cómo podemos definir este amor en términos sociales? Las relaciones de amor verdadero comienzan en la familia. El amor verdadero es altruismo, o sea vivir por el bien de los demás. Porque yo amo a mi cónyuge, yo soy honesta/o y fiel. Porque amo a mi familia, no soy egoísta ni clasifico a nadie de bueno o malo. Porque amo a mi país, con gusto entrego mi vida a forjar nuevas relaciones de convivencia. Desde la familia el amor verdadero se extiende a la comunidad, de la comunidad a los pueblos y de los pueblos en progresión ascendente a toda la nación.

La inocencia propia del corazón del niño que llevamos dentro es parte del sentir del amor verdadero. La abnegación, la paciencia, la benevolencia, la pureza es parte del amor verdadero. Igualmente lo es, la misericordia, la generosidad, la lealtad, la confianza, el respeto y la magnanimidad. La integridad y la unidad de la mente y el cuerpo son esenciales. Nadie puede considerarse a si misma/mo una persona íntegra, si dice una cosa y hace otra. La integridad significa unidad de mente, palabras, ideas, conceptos, creencias con acciones concretas del cuerpo. Porque yo amo, yo tengo integridad porque me amo y me respeto, entonces soy integra.

Para amar no basta con decir "te amo", hace falta probarlo con hechos.
Para amar a dios, no basta con decir: "Señor, señor!!... del diente al labio, ni tampoco vale, decir que, las atrocidades que se llevan a efecto se hacen en nombre de Dios o que dios lo ordena, ni basta lo dicho para creer semajantes mentiras. Eso lo puede decir cualquier estafador, cualquier hipócrita seudoreligioso, los ateos renegados o hasta un equizofrenico...
Muy bien dice la Palabra del maestro, "Por sus frutos los conocereis"

El amor verdadero es libre y sólo debe obediencia al principio divino del amor. Porque yo le amo, me entrego a mi esposo, así como le entrego mi sexualidad. Y porque él me ama, se entrega a mí y en consecuencia su sexualidad es mía. Nosotros poseemos recíprocamente la sexualidad del otro, por lo tanto, somos fieles. Eso es un ejemplo del amor verdadero.

¿De dónde proviene la dignidad? Del amor verdadero. Porque yo amo a los negros y a los indígenas, los trato con dignidad. Y no es un obsequio mío. Yo simplemente tengo que reconocer que tienen dignidad. Este es amor verdadero.

Porque yo amo, me entrego. Porque yo amo siento a los demás, comparto, me siento motivada a ser abnegada, estoy motivada a ser agradecida, a ser humilde. Tengo empatía. Soy tolerante, soy considerada, soy misericordiosa y dispuesta al sacrificio.

En ese contexto puedo decir que soy un ser armonioso. Soy pacífica. Y sirvo y sirvo y sirvo, y doy y doy y doy, y olvido que di. Borro de mi memoria lo que he dado. Ese es amor verdadero. Si amo, yo trato de ser cortés; de ser comprensible. Me preocupa el bienestar general. Procuro ser objetiva. No puedo tener una mente subjetiva. La única cosa subjetiva es el amor verdadero. Para todo lo demás tenemos que ser objetivas.

Somos un objeto del amor de Dios. Sólo podemos ser sujetos de cariño, de sacrificio, en asumir responsabilidades y en darnos a los demás. Debemos asumir responsabilidades. Yo tengo que demostrar resistencia, tenacidad, consistencia, paciencia, abnegación y fortaleza. ¿Cómo reacciono ante las contrariedades, traiciones, calamidades y adversidades? Dominado mis impulsos y permaneciendo serena. Esa es fortaleza. Externamente, tenemos que desarrollar nuestra creatividad e ingenio, habilidades técnicas y nuestra capacidad académica e intelectual. Todo esto es parte del amor verdadero.

La Cultura de la Paz es la cultura del amor verdadero. Sólo cuando esta cultura entre en vigencia plena podemos esperar tener una nueva clase de dirigentes que escuchen a la gente sin reprimirla y sientan con ellos y padezcan con ellos y trabajen con ellos por consolidar los ideales de un mundo de paz. Son estos ideales universalmente compartidos, sea por un Ateo, Musulmán, un agnóstico, un Hindú, un Cristiano, un Gnóstico o un Budista; no importa si son Judíos Ortodoxos o Judíos Seculares. Shiitas o Sunnitas. No importa si practican el Taoísmo, el Confucianismo, o si no creen en Dios pero son gentes de conciencia que sienten, que se motivan, que perciben sensaciones de amor y resonancia con los demás.
Sentir amor y experimentarlo de forma integral en cuerpo y alma, es el punto culminante del desarrollo espiritual del ser humano. Esta es una cualidad unificadora de valor incalculable y sobre ello podemos cimentar la cultura de la paz..

Natinat