jueves, mayo 26, 2011

Mirar el mundo sin recelo

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Me gustaría volar de regreso, de Madrid a Nueva York, en vuelo directo, Barajas-La Guardia, un vuelo críptico, donde pase totalmente inadvertida, pero que me diera libertad de volar sin alas sin una meta fija, sino haciendo escalas en las tres esferas de aquellos silencios móviles, ver a los cantautores avanzando con sus trovas en remolinos de conciertos. Subir más allá, más alto que los límites de mi imaginación, decantada en el azul puro del cielo


Es necesario el vacío y las ráfagas en que serán mías las noches en que, caminando por el Central Park podré recorrer mis recuerdos, fragmentos de mi vida que, crepitando en marcha sonámbula saltarán a mi encuentro y veré toda la secuencia de mis cenizas en haces de sombras y de luces.


No puedo decir que tenga algo de que arrepentirme, a lo mejor quizá de lo que no hice en el momento oportuno, no siento aversión ni por mi luz ni por mi sombra, pues en verdad yo estoy en otra dimensión de mi fuero.


La noche desde cierto ángulo, es la misma en  Chetumal que en Santander, o en Palo Alto, la misma que en Madrid, en Managua o en Nueva York, pues en ningún lugar le encuentro y por eso ahora estoy llorando aunque ría,  colmada de los licores siniestros de mi pasión y porfía.


Sí me pudieran ver, se darían cuenta que ahora estoy tendida a los pies de mi soledad.  Necesito ser de nuevo quien soy... siempre podré superar la debacle. Volaré de nuevo y volveré de regreso a casa, gozaré del momento, es tan bueno volver y tener un amigo que te tome de la mano y te dé la bienvenida y así descubrir otras mujeres que fui yo, y ser consciente de esta yo, que hoy las mira serena con su carga de cuerpo y de tedio.

yo que he dejado abierta mi mirada sin poderla desanclar del lugar aquel donde mi canto dejó sepultado su tesoro de luz: ¡Cantabria! tierra montañesa de frescos aires venidos del mar


Si, soy yo que en mi ceguera y mi locura me quería extraviar.  Yo, que como loba  atrapada en la trampa de la nostalgia, pródiga regreso a los paramos añorados de mi amado Santander


Sólo eso me queda del viaje, volver a mi ciudad, atravesar el horizonte, tenderme a descansar sobre la grama para mirar el mundo sin recelo.


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